Odio los planes. Odio el orden, rutina, sin cambios. No voy a dejar que cada plan de mi cabeza, cada cosa que crea que va a pasar, pase. No. Porque prefiero darme mil hostias antes que saber qué voy a hacer mañana,ya que nunca me voy a volver a cruzar con la misma gente, nunca voy a volver a ser quien fui, ni quién soy ahora mismo. Porque no hay mayor satisfacción que lo inesperado, aquello que una vez soñaste y creías que nunca iba a ocurrir. Porque no voy a esperar a ese maldito tren que ni nos lleva ni nos deja de traer, ya que soy mayorcito para dejarme llevar, dejarme soñar.
Si tuviera que exagerar cada decepción formada tras una idea planeada en mi cabeza, no tendría fin, ya que al fin y al cabo, somos animales que, queramos o no, nos guiamos por el instinto. Preferimos un affaire que un compromiso, darle la vuelta a la tortilla mil y una veces hasta que quede churrascada. Quizás parezca contradictorio,dado a lo que ahora mismo estamos viviendo, o quizás no. Porque podemos llamarlo de mil nombres, o ni siquiera nombrarlo. Con tal de que no se acabe, ni planee... Somos dos, para qué queremos más.
Si tuviera que exagerar cada decepción formada tras una idea planeada en mi cabeza, no tendría fin, ya que al fin y al cabo, somos animales que, queramos o no, nos guiamos por el instinto. Preferimos un affaire que un compromiso, darle la vuelta a la tortilla mil y una veces hasta que quede churrascada. Quizás parezca contradictorio,dado a lo que ahora mismo estamos viviendo, o quizás no. Porque podemos llamarlo de mil nombres, o ni siquiera nombrarlo. Con tal de que no se acabe, ni planee... Somos dos, para qué queremos más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario